De acuerdo a investigaciones y metodologías realizadas cada vez más por diversos especialistas en la salud se pueden ver con mayor claridad los resultados beneficiosos que tiene la práctica de MINDFULNESS o “ATENCIÓN PLENA” en los procesos de control del dolor, así como en diversas áreas de la vida, por no decir en todas. Siendo entonces una valiosa herramienta para el cuidado integral de la salud tendremos un acercamiento a diversas revisiones sistemáticas que (Miguel Quintana y María Esther Rincón Fernández) del Colegio Oficial de Psicológos de Madrid, España, se han dado a la tarea de desarrollar; siendo de nuestro particular interés debido a que, en VITAL BALANCE, nuestra visión de salud proviene de un enfoque integral, el cual no deja de lado la esfera biopsicosocial que envuelve a cada paciente, además de ser de especial importancia la atención de la salud mental en estos momentos de transformación Global.

La base fundamental del mindfulness es la utilización intencionada de la atención para establecer una CONFIGURACIÓN ALTERNATIVA DEL PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN. Así, la meditación mindfulness consigue objetivos similares a los de algunas técnicas de psicoterapia cognitiva, por ejemplo, la “detención del pensamiento” la observación de distorsiones cognitivas, entre otras, aunque los objetivos los alcance mediante otros medios.

Mientras otras técnicas se encaminan a la reorientación cognitiva para conseguir eliminar los pensamientos automáticos e intrusivos, la meditación mindfulness defiende que aquellos elementos que surgen en la conciencia del individuo deben ser tan solo observados, no juzgados ni confrontados intencionalmente (Miller, Fletcher y Kabat-Zinn, 1995; Vandenbergue y Sousa, 2006).

La milenaria práctica del mindfulness implica la focalización de la atención en un solo objeto, interno o externo, tomando conciencia de cualquier otra estimulación del ambiente y centrándose en una actividad mental o sensorial /específica, por ejemplo, la repetición de un sonido, la visualización de una imagen, o la sensación/atención de la respiración. Así se logra, mediante la observación ecuánime, que nuestros pensamientos no distorsionen nuestras emociones, evitando que se perpetúen niveles de ansiedad y depresión perjudiciales. (Menezes y Dell’Aglio, 2009).

En este sentido, la meditación mindfulness se considera un entrenamiento mental que consigue una mayor conexión cuerpo-mente, así como cuerpo-mundo exterior (Brefczynski-Lewis, Lutz, Schaeffer, Levinson y Davidson, 2007; Slagter et al., 2007).

El desarrollo de la habilidad mindfulness es gradual y sistemático, requiriendo que se lleve a cabo una práctica regular, generalmente mediante la meditación y la re-dirección intencional de la atención hacia el momento presente, así como hacia las actividades cotidianas diarias. De este modo, la capacidad de darse cuenta de la experiencia momento a momento genera un sentido de la vida más vital y rico. Si se observa persistentemente y sin juzgar el contenido mental, se consigue un aumento gradual de la capacidad de percibir las propias respuestas mentales ante la estimulación interna y externa.

Ello favorece la regulación de las acciones afectivas, así como una mayor percepción de control, incluyendo, el corporal, que en el caso de nuestros pacientes es un factor determinante en muchas ocasiones para la elección de inicio de terapia que busque mitigar de cualquier forma los procesos dolorosos, tanto agudos como crónicos.

El entrenamiento en mindfulness también ha demostrado ser beneficioso para pacientes con diversos padecimientos musculoesqueléticos como artritis o artrosis crónicas, fibromialgias, contracturas musculares crónicas, control del dolor post- cirugía, por mencionar algunos.

En relación con lo anteriormente expuesto cabe destacar algunos aspectos conceptuales relevantes.

La práctica de mindfulness propone “renunciar al control directo”. Donde el objetivo no es que la persona controle sus reacciones, sentimientos o emociones, sino que LOS EXPERIMENTE TAL Y COMO SE PRODUCEN. Ello no implica que la regulación emocional, fisiológica y comportamental no se produzca, sino que simplemente no se trata de controlar. Por ello, el dolor y las dificultades en el funcionamiento físico o emocional de estas pacientes seguirán presentes, la DIFERENCIA FUNDAMENTAL estriba en que LA FORMA DE PERCIBIRLAS se habrá transformado.

El mindfulness no busca que controlen su dolor o que su función física o su rol emocional se modifique. Simplemente aspira a REDUCIR O SUPRIMIR EL SUFRIMIENTO, producto del dolor o la incapacidad física, mediante la transformación de la forma en que éste los percibe. En palabras de Kabat-Zinn (2008), “la conciencia no puede disminuir la enormidad de nuestro dolor. Lo que si puede hacer es proporcionarnos un entorno más amplio que nos permite sostener y reconocer nuestro sufrimiento en cualquier circunstancia, lo que resulta profundamente transformador”. Es decir, al transformar la percepción del sujeto mediante la atención plena, se pueden producir efectos tales como la reducción del dolor y del sufrimiento, sin ser éstos los objetivos primarios de la meditación mindfulness.

El objetivo principal radica en la ampliación de la conciencia, en este caso, la corporal, pues es esperado que tan pronto como un dolor aparece en el cuerpo, nuestra mente se preocupa por obtener alivio, de tal forma que, si pudiéramos remover la causa del dolor o mitigarlo, incluso con analgésicos muy potentes, se consideraría muchas veces como una mucho mejor opción. Sin embargo, las personas, en algún momento de sus vidas, llegan a enfrentar algún grado de dolor significativo, del cual no pueden escapar. Incluso hay personas que son víctimas de alguna enfermedad o deterioro físico, por lo cual tienen que vivir día a día en un insuperable, y a veces, agudo dolor.

Una de las muchas cosas que nos enseña mindfulness es la ACEPTACIÓN NO PASIVA DE LA SITUACIÓN presentada. Aceptar desde un punto de vista activo, que no implica sólo sentarse a meditar, sino que día a día, momento a momento, exige O PRETENDE QUE UNO ESTÉ “PRESENTE” EN TODO LO QUE HACE. Solamente hacer de una cosa a la vez, aceptando las cosas del modo en que se vayan dando, sin esforzarse por cambiar nada, que no se pueda cambiar, y tratando de que el beneficio sea el mayor posible. Eso que parece tan complicado de lograr se puede llevar a cabo con constancia en la práctica formal primero, para luego agregarla en forma informal, en la vida diaria. (P. Sciacca)

En definitiva, MINDFULNESS PROPONE UN MODO DE SER EN CONTRAPOSICIÓN AL MODO DE HACER AUTOMÁTICO (en el que el ser humano suele posicionarse), con el que se puede llegar a la introspección deseada y desde allí, adquirir la aceptación. Se requiere empezar por uno, sin esperar de los otros. La solución, el cambio, y por consiguiente, la aceptación, no vienen desde afuera. Sólo así, con la práctica constante, se puede lograr la aceptación y disminución de padecimiento.

Invitamos entonces a toda nuestra comunidad a acercarse a ampliar su información al respecto para que en propia experiencia puedan vivenciar los transformadores cambios que esta práctica puede llevar a sus vidas y así vivirlas libres de sufrimiento y cada vez en un poco de mayor equilibrio.

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